El Chancho Argentino: una especie que no está en peligro de extinción
En un mundo donde la Lista Roja de especies en peligro de extinción que publica la IUCN crece a ritmo exageradamente acelerado, el chancho argentino no tiene miras de ingresar en ella sino que parece aumentar cada día más. Sin embargo, más que una especie que haya que conservar sería necesario extinguirla lo más rápidamente posible
La especie tiene un aspecto –valga la redundancia- rechoncho, emite sonidos en una voz aflautada con tonos casi feminoides, y se caracteriza por un fuerte instinto gregario y de sumisión, que le hace seguir ciegamente al macho alfa de la piara, sin pensar demasiado hacia donde el Chancho Mayor les conduce. Este instinto semejante al de los lemmings de Noruega, quizás sea como una espada de Damocles en su futura existencia y que podría llevarlos a la extinción.
Se la conoce con el nombre científico de Deliiae picketeriensis. La mayoría de los argentinos la consideran una plaga que debe ser exterminada. Los científicos que la han estudiado creen que un proto ejemplar nació hacia 1946, poco después de la Segunda Guerra Mundial, y era alimentado en un principio por funcionarios del estado designados para aumentar la especie. Son animalitos voraces y su feroz apetito les hace fácil presa de los cazadores que emplean la siguiente técnica, que de manera curiosa tiene una notable similitud con ancestrales prácticas políticas en la Argentina y regiones del subcontinente sudamericano.
Se busca un monte inculto y sin trabajar. Esto es requisito sine qua non. Áreas donde se nota trabajo esta especie no florece. En ese ámbito proliferan los chanchos argentinos. Los cazadores buscan un lugar apropiado, libre de matorrales o interferencias y llevan abundantes bolsones llenos de maíz que tiran abundantemente en el suelo. Cuando los chanchos lo descubren acuden todos los días a comerlo hasta hartarse. Sólo hay que reponer diariamente la ración para mantener la clientela de chanchos acudiendo al “comedero”.
Una vez que los chanchos se han acostumbrado a la presencia constante del maíz y de quienes lo proveen, se construye una cerca en uno de los costados del área y se les aumenta ligeramente la ración. Los chanchos desconfían durante pocos días pero siempre terminan volviendo al comedero. De inmediato se construye una segunda cerca en ángulo recto a la anterior y se mantiene la provisión de comida para aplacar la desconfianza. De tal manera se coloca una tercera y una cuarta cerca, dejando una abertura por donde la piara puede entrar a recibir su ración diaria de bolsones de maíz.
La abertura debe tener el ancho exacto para instalar una tranquera, que una vez instalada debe permanecer abierta por algunos días. Para entonces los chanchos se han acostumbrados al maíz fácil, le han perdido el miedo a los cercos y entran y salen con toda naturalidad. Una mañana se llega al corral y se encuentra que toda la piara está llenándose la panza con todo el maíz gratis y no presta atención a los movimientos extraños de quienes les dan de comer. Ese momento es aprovechado por los cazadores para cerrar la tranquera y dejar a la piara encerrada y sin posibilidad de escape.
Los chanchos reaccionan corriendo en círculos espantados, como locos, pero su escasa inteligencia no les permite ver que ya no tienen remedio y que han sido atrapados sin remedio. La inquietud pasa pronto y retornan a una comida fácil que ya han olvidado de procurarse por ellos mismos y aceptan la esclavitud. Han cambiado su libertad en el monte por un destino de maíz fácil y un frigorífico al final del callejón.
Esta curiosa práctica y costumbre de los chanchos argentinos y sus cazadores tiene un paralelismo sorprendente con las políticas que se han venido practicando en argentina, casi sin variantes, desde 1926 en adelante. Nos preguntamos cuántos argentinos han caído en cuenta de que los políticos demagógicos que han estado de manera permanente en el gobierno se comportan como los cazadores de chanchos argentinos. Les tiran a los pobre y a los incultos –víctimas fáciles de todo político- con el maíz gratis disfrazado de programas de ayuda, máquinas de coser, pelotas de fútbol, bicicletas, bolsones, planes trabajar, jefe y jefa de familia, empleos en la administración pública, sueldos para ñoquis, subsidios para cualquier cosa que mantenga viva la ilusión de ayuda desinteresada, leyes proteccionistas, sobornos electorales, viajes en micros, choripanes y tetrabrik a destajo.
Todo a costa de pequeños recortes que se fueron haciendo (como las cuatro cercas de los cazadores de chanchos), de pequeñas libertades, recortes que cuando se suman resultan cercanos al 100%. Primero fueron el 27%, luego el 35%, más tarde el 44% con proyección al 95%. De acuerdo con el macho alfa de la piara de Deliia picketeriensis, esos recortes deberán ser extendidos a todos los rubros de la economía. Están a punto de cerrar la tranquera. Están listos y preparados para el Asalto Final sobre la Riqueza Argentina.
¿Cómo es posible que la gente crea estar viviendo en un paraíso, mientras los cazadores lo están tratando de convertir en un infierno con un callejón que conduce al matadero y al frigorífico? ¿Cómo puede la gente creer que se logre construir una Conciencia Cívica, una Moral Ciudadana, una Nación Próspera, con legiones de políticos que forman ejércitos de Borocotós?
Ni siquiera Dios nos protegerá si permitimos que nos cierren la tranquera...
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1 comentario:
Estimado Eduardo: he leído varias de sus notas y me parecen todas muy interesantes; pero la del Chancho Argentino merece un premio. Uno no puede dejar de sonreir para sus adentros, y al mismo tiempo sentir un escalofrío de terror al comprobar la veracidad de las palabras en los hechos actuales. Un saludo desde Río Gallegos, Santa Cruz... donde aún habemos un par de chanchos salvajes. Algo hambrientos pero también algo libres.
Daniel
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