marzo 27, 2008

Esa Vieja Soberbia K

La Soberbia es ciega y sorda –aunque por desgracia no es muda también- como pudo comprobarse durante el lamentado discurso de la Presidente Cristina Kirchner. A nadie debería extrañarle el tono y el contenido del discurso que pretendió mostrar a la gente del campo como a los “malos de la película”, y al bonachón y paternalista gobierno como el responsable de una supuesta prosperidad argentina.

La presidente sabe que su causa está perdida. Su nerviosismo y falta de seguridad fue evidente en el repetido ademán de ajustar la posición de los dos micrófonos. Quizás le falló la medicación de su trastorno bipolar. Estoy seguro de que hubiese deseado estar en cualquier otra parte y no tener que dar cuenta al pueblo del error cometido. Un discurso pleno de falacias, suposiciones, dando como hechos imaginaciones de sus asesores, lanzando datos y estadísticas que tienen la misma fuente que las cuentas y estadísticas del INDEK. ¿Credibilidad? Nula. Un discurso agresivo, un insulto a la inteligencia del pueblo argentino. Una repetición del mismo estilo que ha sido la norma desde 2003.

Un absurdo argumento usado primero por la presidente y luego repetido por su ministro de cartón pintado –el mismo adolescente del peinado “afro”- que gracias a las retenciones los productos del campo tienen “precio accesible a la población, porque sino, a la carne la verían sólo en la televisión,” se ve desmentido por los hechos de la vida real: si las retenciones no existiesen, los costos de las retenciones no serían transferidos a los consumidores y la carne costaría un 30% menos; el gasoil no necesitaría ser subsidiado porque el campo ganaría lo suficiente para pagarlo sin necesidad de subsidios.

Pero se pierde de vista el hecho que la retención a las exportaciones (un absurdo en un mundo donde las exportaciones se subsidian!) se practica sobre el bruto de la exportación. El gobierno, sin haber invertido un centavo en la siembra y la cosecha, sin haber corrido riesgo alguno, quiere cobrar ahora el 44,1% del valor exportado de la soja. Con el 55,9% restante el productor deberá afrontar los costos de la actividad. Sueldos y jornales, combustibles, amortización de la maquinaria, inversión en reemplazo de equipos y adquisición de tecnología nueva, compra de semilla, insumos, inoculantes, fungicidas, pesticidas, fertilizantes, mantenimiento y mejoras de alambrados, pagos del arrendamiento, energía eléctrica –y luego los impuestos municipales, provinciales, ganancias, IVA, ingresos brutos, impuesto al cheque, y devolución de los préstamos del banco con los usurarios intereses de norma. Y con lo que le queda deberá pagar el supermercado, el colegio de los hijos, y la cuota del auto.

Considerando el capital que se tiene invertido en campo o arrendamiento, equipos y maquinarias, y costos financieros, si el productor obtiene un rédito anual del 5% puede darse por satisfecho. Mejor negocio es el tráfico de drogas o las valijas del petulante matón de Chávez – o los retornos por licitaciones en la obra pública.

También se ha perdido de vista que las retenciones son INCONSTITUCIONALES, pero no hubo ningún diputado o senador que haya reclamado por ello. En nuestra constitución está claramente establecido que el poder ejecutivo tiene la facultad de proponer un tributo, pero que es facultad y privilegio exclusivo del Congreso de la Nación aprobar y promulgar las leyes impositivas. En Argentina se viene soslayando esta exigencia constitucional desde hace décadas mediante circulares del Banco Central, o del Ministerio de Economía, o Decretos de Necesidad y Urgencia del Poder Ejecutivo. El carácter republicano de la constitución es burlado de manera constante y sistemática.

También estableció la Constitución que deja de existir para siempre la figura de la “confiscación” de bienes de la población por parte del gobierno –y que el impuesto máximo aplicable sólo puede ser del 33%. De acuerdo con ello, el 50% del impuesto sobre los automóviles, el exorbitante impuesto sobre los cigarrillos, las retenciones a la producción agropecuaria, granos y carnes son INCONSTITUCIONALES. ¿Alguien que conozca la manera de hacer una presentación judicial presentará un recurso de anticonstitucionalidad contra todas estas exacciones ilegales que tienen el carácter de CONFISCACIÓN, expresamente prohibido por la constitución Nacional?

En verdad, confiscacion es apenas un eufemismo. La palabra correcta es ROBO DESCARADO.

Luego ha sido notable ver la hipocresía y el cinismo de diversos funcionarios, ministros, y jefes de gabinete en declaraciones sobre que harán caer el peso de la justicia sobre quienes realicen cortes de ruta –pero olvidan, o quieren que olvidemos, que fueron ellos quienes impusieron el piqueterismo y el corte de ruta en la cultura ciudadana argentina. Que han permitido, por ejemplo, y además alentado, el corte de ruta por más de dos años continuos, de las rutas y puentes que comunican con Uruguay. Esto significa que el corte de ruta es legal cuando lo impulsa la política oficial y sirve para sus planes de acumulación de poder demagógico –pero es ilegal cuando lo practica el 90% de la población argentina en defensa de la dignidad de los productores del campo.

Pero, ¿para qué han servido las retenciones hasta hoy? No han sido coparticipadas por las provincias de donde han sido confiscadas. No han vuelto al interior del país para ayudar a aliviar la pobreza y las infrahumanas condiciones de vida de los aborígenes de Salta, Chaco y Formosa; o el prolongado subdesarrollo de Catamarca, La Rioja, Santiago del Estero, Jujuy y Misiones. Tampoco se ha devuelto al pueblo en mejorar las condiciones de hospitales en regiones alejadas de la Capital Federal, o en darles mejores sueldos a maestros, médicos, profesores universitarios e investigadores científicos.

Las retenciones pasaron a formar parte del barril sin fondo manejado de manera arbitraria –sin control del Congreso- por el Ministro de Gabinete, y usado sin tapujos para comprar voluntades y adhesiones a un plan de consolidación del Poder Total y Absoluto –que hoy se está ya demostrando émulo del Tercer Reich, enviando a sus camisas pardas, los SA, o Sturm Abteilung de Ernest Rohm, alias Luis D’Elía, a golpear manifestantes a la Plaza de Mayo, con la excusa de “defender a la presidenta del golpe de estado” impulsado obviamente por pacíficos ciudadanos con cacerolas, mujeres, niños y ancianos.

La Vieja Soberbia K, la misma que estuvo confrontando salvajemente con todos quienes no pensaban de la misma forma que Gran Padrino de la Cosa Nostra Santacruceña y sus seguidores. Porque es sorda, no permite la Soberbia K escuchar las críticas o los reclamos justificados del pueblo. Porque es ciega, no permite ver que las cosas no son como dicen que fueron; que la recuperación económica del país la produjo el trabajo arduo de los argentinos en el campo y en las fábricas. Pero el gran volumen del mérito lo tuvo la actividad agropecuaria que aportó miles y miles de millones de dólares a las arcas del Estado. Que esta recuperación fue causada por una favorable circunstancia mundial donde hasta Haití creció a un ritmo del 6% anual. La recuperación se produjo A PESAR del gobierno y de su eterna máquina de impedir y confiscar.

Hoy el gobierno se ha dado cuenta que ha quemado sus naves con las que pretendía seguir su viaje a la popularidad y aprobación de los ciudadanos de Argentina. Por supuesto, el fusible que deberá saltar para salvar la situación será el imberbe ministro del peinado afro y el look hippie. Tiene que quedarnos claro que no ah sido suya la infausta idea de elevar las retenciones hasta un nivel irracional. La orden siempre viene de muy arriba, más allá de la misma presidente de la Nación. Viene, como todo lo desastroso que ha venido ocurriendo desde 2003, desde las circunvoluciones cerebrales de quien se niega a devolver los 650 millones de dólares de Santa Cruz, de quien sigue manejando los piolines de las marionetas desde bambalinas, de quien pone piedras en el camino en las investigaciones del caso Skanska, de la valija de Antonini Wilson, del enriquecimiento ilícito de tantos funcionarios de su mandato, de sus conexiones con las FARC-Chávez, con Irán e Hizbollah a través de su Piquetero en Jefe Luis D’Elía.

La gente, el pueblo de Argentina, espera un gesto de grandeza del gobierno para terminar con el problema más grande que haya tenido con sus mandantes algún gobierno del Río de la Plata. Pero, ¿pueden tener gestos de grandeza quienes siempre se han considerado los dueños de la Verdad, los Dueños del País?

No creo que podamos esperar nada. Creo que la gente del campo debe llevar su tractorazo hasta la Casa “Robada” –pero no detenerse en las puertas sino entrar a ella, llegar hasta el despacho presidencial y hacerle ver a la presidente la conveniencia de que renuncie voluntariamente a su pretensión de imponerle al pueblo el malhadado impuestazo a las exportaciones.

En La Paz, Bolivia, el Palacio Presidencial se llama “El Quemado”, gracias a que la paciencia de nuestros hermanos del Altiplano parecía tener un límite con sus gobernantes, y la costumbre que tenían de convencer a sus presidentes sobre la necesidad de que cesaran en sus funciones consistía en prenderle fuego al edificio y luego colgar al presidente del farol más alto de la Plaza –cabeza abajo. Esperemos que esas viejas costumbres del altiplano no sean importadas en nuestras latitudes. Pero uno nunca sabe. Cuando la paciencia se acaba, la gente mansa y tranquila se vuelve propensa a los Fuenteovejunas. Por suerte, como ya hemos visto un par de veces, siempre habrá helicópteros en el techo que acudan al rescate.

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Esta es la copia del papel que entregaron en Villa Maria los chacareros que están en la ruta.
Reenvíenlo que hay muchísima gente que no sabe nada de todo esto.

Mentira 1: "Gracias a las retenciones el campo tiene el gas-oil barato" (Ministro Lousteau)
Realidad: El gas oil para el transporte en colectivos vale $1, en los surtidores de las estaciones de servicio (precio al público) $1.70 a $2 y para el campo (mayorista) vale $2.20 a $2.30. Y en los momentos de mayor consumo, siembra - cosecha, muchas veces no se consigue.

Mentira 2: "Gracias a las retenciones el campo tiene un tipo de cambio competitivo" (Ministro Lousteau)
Realidad: El campo vende con un dólar entre $1.75 y $2.05 (tipo de cambio menos retenciones) según los productos; y compra los insumos con un dólar de $3.15. ¿Quién puede competir así?

Mentira 3: "En el 2008 el productor recibirá el precio lleno del trigo" (Secretario de Agricultura de Urquiza)
Realidad: En el mercado externo el trigo vale $1150 por tn., por las retenciones el Gobierno se lleva $332 por tn., exportadores y/o molineros (amigos del Gobierno)se quedan con $248 por tn., y el productor cobra puesto en el puerto $580 por tn., solo el 50% del precio lleno.

Mentira 4: "El objetivo de las retenciones es que los consumidores tengan alimentos baratos".
Realidad: El trigo en el 2002 (año en el que se reimplantaron las retenciones) valía $380 por tn., ahora vale $580 por tn., es decir que aumento el 52%. El precio del pan ese mismo año era $2 por kg., hoy cuesta $4 el kg., el aumento es del 100%. El principal objetivo de las retenciones es recaudatorio.

Mentira 5: "Al campo le va tan bien, que desde que asumió este Gobierno, el precio de la tierra aumentó seis veces". (Ministro Alberto Fernández y Randazzo).
Realidad: El precio de los campos aumentó pero no lo compran los verdaderos productores con sus ganancias, sino empresarios, industriales y sindicalistas allegados al Gobierno con fortunas de dudosa procedencia. (Moyano, Eurnekian, Werthein, etc.)

Mentira 6: "La carne no está afectada por las retenciones" (Ministro Alberto Fernández)
Realidad: Las retenciones a las exportaciones de carne, desde 2002 al 2006, pasaron del 5 al 15 %. Además, el mercado de la carne está fuertemente intervenido con precios máximos, manipulación de los Registros de Exportación, aprietes a consignatarios y frigoríficos para firmar acuerdos, etc.

Mentira 7: "El campo se queja y tiene superganancias". (Ministro Alberto Fernández, Lousteau).
Realidad: En la zona de Coronel Dorrego, triguera por excelencia, con los valores actuales, los rendimientos necesarios para sólo cubrir los costos es de 2900 kg por hectárea. El rendimiento promedio es 2400 kg por hectárea. ¿Se gana algo? ¿Hay ganancias extraordinarias?... Y si las hubiera, ¡¿Es un delito que un empresario que arriesga capital, invierte y genera trabajo tenga ganancias?!

Mentira 8: "El campo vende a precios internacionales y compra insumos a valores que se han mantenido en pesos" (Ministro Alberto Fernández).
Realidad: Las retenciones le ponen un precio tope al precio que recibe el productor, actúan como un precio máximo, por lo que los chacareros no se benefician con los aumentos de los precios internacionales. Por otro lado, en el último año, los insumos aumentaron en promedio el 70% en dólares.

Mentira 9: "Este Gobierno no tiene una política anti campo" (Ministro Alberto Fernández y Secretario de Agricultura de Urquiza)
Realidad: ¿¡Todo esto le parece poco?!

Queremos que conozca los verdaderos motivos de nuestros reclamos y mostrarles que las declaraciones del Gobierno son totalmente falsas.
Disculpe las molestias que ocasionamos en su viaje.