marzo 11, 2009

La República Sindical

por Eduardo Ferreyra

La República Sindical nace en 1943 con el advenimiento del Coronel Perón a la Secretaría de Trabajo. Fueron los sindicatos quienes llevaron a Perón al gobierno y desde entonces ha sido el principal obstáculo para el desarrollo de la nación y al mismo tiempo el vampiro que chupó la sangre de la población de Argentina –y el cáncer terminal que acabará con ella.

Es la más importante corporación netamente fascista que funciona en al país, y tiene mucho más poder que los mismos políticos que le dieron vida. Como Frankestein, es un monstruo que cobró vida de las manos de un alucinado y escapó a su control. Debido al poder omnímodo que detenta, el sindicalismo impide el funcionamiento adecuado del sistema representativo y de la economía del mercado. Este sistema no beneficia al país y a los supuestos “beneficiarios”, sino que alimenta con largueza a una clase parasitaria, minoritaria y dotada de privilegios injustificados dado que nada aporta a la productividad del país –sólo la dificulta en grado extremo, y a un costo exorbitante para los argentinos. Los intereses de la clase sindical se contraponen dramáticamente con los de una República Federal, Representativa y Democrática.

El decreto 23852/44 firmado por el Gral. Edelmiro Farrel era la genial idea del Coronel Perón y otros cómplices en la fundación de una república fascista al estilo del tirano Benito Mussolini, de quien Perón era un fanático admirador. El nefasto decreto eliminó la libertad de agremiación que regía en la sabia Constitución de 1853 (art. 14), e instaló el “sindicato único” y la obligación de todos los trabajadores de aportar de su sueldo aunque no estuviesen afiliados a él. Un fundamental pedazo de la democracia acababa de morir en la Argentina.

En esta república populista y fascista, todos y cada uno de los gobiernos que siguieron al de Perón desoyeron las constantes solicitudes de la Organización Internacional del Trabajo para que se restableciera la “Libertad de Asociación”, base fundamental de toda democracia representativa y federal. Pero eso debilitaría al sindicalismo y dejaría de ser una poderosa arma en manos de los demagogos y mesiánicos gobernantes que ha padecido la Argentina desde 1946 en adelante. Por supuesto, el sindicato único ha sido un apéndice necesario e imprescindible del Partido Peronista. El régimen sindical faculta a las corporaciones sindicales para desempeñarse en actividades políticas, algo que va a contrapelo de la doctrina dominante en todo el mundo libre. Nos recuerda Octavio Carranza que:

  • En la democracia constitucional la ciudadanía concurre a las elecciones para designar a sus representantes, sin distinción de clases sociales; en cambio, en el Estado Fascista se fracciona a la sociedad en corporazione o gilds, cuyos miembros actúan corporativamente. En el sistema argentino, los ciudadanos gremialistas gozan de una especie de doble ciudadanía, la ciudadanía política y la gremial, lo cual significa una doble potencia electoral. El sindicalismo privilegiado por el Estado juega con ventajas impropias y corruptoras de la democracia representativa.

El nefasto Gral. Juan C. Onganía, ultra fascista él, perfeccionó malévolamente al sistema añadiéndole la entrega de recursos económicos descomunales a las llamadas “obras sociales”, la ley 18610, cuya derogación sería el primer paso a una “cura” milagrosa de la república. El monto adjudicado en 2005 a las obras sociales –manejadas con impunidad por la burocracia sindical en provecho propio- sumó $5.234 millones de pesos, el triple del monto total asignado a la justicia federal. El minúsculo grupo de beneficiarios que se cobijan en la CGT fueron los principales beneficiarios, las cajas de las obras sociales están quebradas de manera crónica. Nos sigue recordando Octavio Carranza sobre la podredumbre del sindicalismo, que se ha contagiado al resto de las corporaciones que funcionan y azotan a la nación:

  • “El sistema del sindicato único omnipotente, legalmente facultado para intervenir en las lides políticas partidarias como apéndice de un determinado partido, munido de medios económicos prácticamente ilimitados, sin controles contables, incide negativamente en el funcionamiento del principio representativo, pues crea de hecho una fuerza política extraconstitucional que rompe el equilibrio y la igualdad entre los partidos.”

  • “Por otra parte, el sindicato único es una valla que obstaculiza el desenvolvimiento natural del aparato productivo, pues se torna invencible la potencia alcanzada por los sindicalistas como grupo de presión que ejerce siempre una coacción patoteril, apoyada por el Estado y por una legislación laboral complaciente.”

El sindicalismo gobierna, de hecho al país mediante la amenaza de detenerlo totalmente hasta que sus demandas hayan sido satisfechas. Su éxito se basa en la virtual toma de rehenes de grandes porciones de la población argentina. La reciente protesta del campo en contra de las retenciones abusivas y confiscatorias del matrimonio de veleidades Imperiales demostró que si el Señor Hugo Moyano se levanta ese día con el pie izquierdo, ese día la Argentina entra en fase de parálisis y desabastecimiento total.

También es norma obligada que los habitantes de una ciudad deban pasarse días sin transporte público porque el sindicato único ha decretado la huelga, o si hay “conciliación obligatoria” la ausencia del servicio se mantiene por la chicana de las “asambleas en punta de línea,” –una por hora. Exactamente lo mismo deben soportar los ciudadanos cuando el sindicato único de empleados del estado, o de empleados municipales, llaman a la huelga, asambleas en lugares de trabajo, en las calles, y protestas con las eternas bombas de estruendo con las que pretenden insinuar que “estamos enojados, somos muchos y bravos, y mejor que nos hagan caso o rompemos todo.” Recordamos todavía al actor cómico Tincho Zabala que representaba al jubilado ferroviario que decía, “…y agarro el fierro y rompo todo!”. Indefrundichiyegue.

Sigue diciendo Octavio Carranza,

  • “¿A quién beneficia este régimen típicamente fascista? A la clase obrera, no, sino a los usufructuarios de los cinco mil doscientos treinta y cuatro millones de pesos anuales, fondos que, pertenecientes por su naturaleza al erario, son manejados a piacere por los sindicatos con personería gremial. No existe contraprestación a cargo de los burócratas sindicales por las montañas de dinero que mensualmente perciben; su función se limita a recibir los fondos que tampoco saben administrar por carecer de los conocimientos elementales, según lo demuestran las colosales quiebras y concursos de las entidades de obras sociales.”

  • “Pero los burócratas no tienen que preocuparse por tales pequeñeces, pues el Estado populista benefactor siempre subsidia a los entes de obras sociales que caen víctimas de la impericia, de los despilfarros o del latrocinio de los traviesos muchachos representantes de la “columna vertebral de la Nación.”


  • “Uno de los gremios más poderosos del país, la Unión Obrera Metalúrgica, entró en falencia y sin embargo su perenne y conocido jefe se las arregló para ahorrar individualmente muchos millones de pesos necesarios para darse el gusto de adquirir nada menos que uno de los palacios más bellos de la ciudad de Buenos Aires, el Palacio Duhau, ubicado en la exclusiva Avenida Alvear, sin que los jueces ni la policía, ni funcionario alguno advirtieran semejante rareza.”

O de lo inusual que resulta, de acuerdo a los tratados de economía, que un camionero que no trabaja, que no tiene sueldo, haya podido comprar una estancia de 600 hectáreas, con casco de un lujo napoleónico. Claro que los tratados de economía no contemplan que para hacerse millonario se puede prescindir de libros de texto, de profesores, y de la educación universitaria si se consigue llegar a la cúspide de la CGT, organización del trabajo argentina –curiosamente la única permitida.

  • “Los Barones de la República Sindical disfrutan de licencias perpetuas, gracias a lo cual no trabajan (mucho no lo hicieron nunca); si cometen acciones delictivas no han de soportar las consecuencias pertinentes pues tienen el paraguas del “fuero sindical,” como si fuesen diputados y senadores; entran en los despachos oficiales como Pedro por su casa; generalmente usan camperas para parecer obreros; evacuan consultas de los medios sobre temas económicos, sociológicos, políticos, diplomáticos y emiten opiniones de tipo académico como si supieran de qué se trata; se trasladan en automóviles con chofer y con guardaespaldas, quienes portan contundentes pistolas automáticas pro precaución; se adueñan de las calles cuando se les ocurre, y hasta puede vérseles blandir pancartas con retratos de Mao, ayer, hoy de Osama Bin Laden, en sus actos multitudinarios.”

Son las leyes votadas por legisladores fascistas, a instancias de los dueños de turno de los partidos políticos, también fascistas y populistas, lo que hace posible la existencia y mantenimiento de un sistema que en la práctica está más cerca del suicidio que del progreso de una nación. Las leyes laborales son suicidas y asesinas a la vez, porque en lugar de beneficiar a los trabajadores terminan perjudicándolos porque ahuyentan a las inversiones que serán fuentes de producción y, por supuesto, “fuentes de trabajo”. Lo malo es que las leyes laborales le han hecho creer a todo el mundo que tienen el derecho a meter la mano en esas fuentes de producción y sacar de allí lo que se les venga en gana. Esa es la esencia del populismo: “Ahora somos los dueños!” Dicen los políticos, a quienes hoy no se les cae de la boca la muletilla “mejorar la distribución de la riqueza”, que esas leyes so para “mejorar la condición de la masa obrera,” una falacia que no se sustenta en ninguna lógica ni en ninguna evidencia histórica.

El mejoramiento de las condiciones sociales de los obreros no se depende de las normas jurídicas, porque si así lo fuera, el legislador tendría el poder de crear riqueza por medios altruistas. Podría crear riqueza y condiciones paradisíacas mediante decretos “necesidad y urgencia”. Y la experiencia nos demuestra, con sólo dar una rápida ojeada al pasado, que eso no ha sido logrado jamás y que, por el contrario, cada ley promulgada vino a empeorar situaciones pasadas. Como decía el periodista americano H.L. Mencken, “Cuando las legislaturas están en sesión, peligran las fortunas, los bienes y las libertades de los ciudadanos,” y se achaca a Víctor Hugo dar el sabio consejo, “Abróchense, las cámaras están sesionando.” En una palabra, otro de los tumores cancerosos que sufre la Argentina es el de la “Tiranía Legislativa.” Cabe preguntar: ¿Aprenderá la gente a votar algún día?

Los abogados lo saben muy bien –dado que resultan ser los principales beneficiarios- que más que una legislación que regule de manera equitativa los derechos y las obligaciones de las partes, las leyes laborales imperantes en Argentina son una invitación al saqueo institucionalizado; un aliento y una fuente inagotable de pleitos. No puede desconocerse la influencia nefasta que tuvieron las leyes laborales en el descalabro económico, en la distorsión de la economía, en la corrupción desbocada y generalizada, y la desaparición de miles de industrias en la Argentina. Ya en la época de Alfonsín se habló de 40.000 industrias que habían cerrado sus puertas –la mayoría se trasladó a Brasil- dejando el tendal de desocupados que el Estado, como responsable primario, tendría que haberse hecho cargo –pero que no lo hizo porque estaba total y absolutamente quebrado. No podía recurrir, como es la costumbre inveterada, a la confiscación de dineros del sector privado mediante la elevación de los impuestos, porque el sector privado, o se había ausentado a Brasil, o también estaba tanto o más quebrado que el Estado. Sobre este tema Octavio Carranza, experto abogado con vastísima experiencia, lo describe con claridad meridiana:

  • “La ley de contrato de trabajo se caracteriza por el ordenamiento de ventajas sustanciales y formales a favor de una de las partes de la relación jurídica, en desmedro de la posición del empleador, y sin consideración alguna al deterioro de la economía y del orden social. Las principales víctimas de la despareja ecuación son las pequeñas empresas (la mayoría), pues para las grandes simplemente significan mayores costos.”
  • “El problema del desempleo ha sido encarado como controversia particular de naturaleza individual suscitada entre empleado y empleador, y no como perturbación de naturaleza industrial y social. De tal suerte la regulación legal del despido está centrada en la injuria, es decir, en la culpa de alguna de las partes del contrato, sin contemplación alguna de las fluctuaciones del mercado y de las necesidades del proceso tecnológico. Como consecuencia, el empleador queda constreñido a la búsqueda de culpas o pecados del empleado para justificar la resolución del contrato, cuando las verdaderas causas han de indagarse en las vicisitudes del mercado, en las necesidades tecnológicas, en la calidad de la fuerza de trabajo, en la organización y desarrollo de la empresa, etc.”

Por otro lado, la regulación de la totalidad o de cualesquiera derechos y obligaciones de las partes del contrato de trabajo, por medio de las convenciones colectivas supeditadas al arbitrio de comisiones paritarias con fuerza de ley para todos los empelados y empleadores del país, sin atender las diferencias existentes entre las distintas regiones ni las condiciones particulares de cada rama de la producción, configura una aberrante delegación de los poderes legislativo y ejecutivo. Desde este punto de vista, el sistema de nuestra ley responde a vetustos y perimidos preconceptos de corporativismo fascista, que fomentan la acción clasista y la lucha de los grupos de presión entre sí, con miras a la consolidación política del partido único o del Duce dotado de omnímodo poder.

El sindicalismo es, pues, consecuencia del aparente arribo al poder de las masas. Digo “aparente” porque quienes se adueñan del poder son siempre el minúsculo grupo de políticos que, actuando con las técnicas y usos de las mafias del crimen organizado, les hace creer al populacho que es él quien expresa su voluntad a través de sus “representantes” en el gobierno. Sabido es que una vez que el ciudadano ha dejado su voto en la urna no tiene manera de echarse atrás o modificar las políticas que se implementarán después y que siempre nada tienen que ver con las prometidas.

El sindicalismo es la consecuencia de la exaltación de la mediocridad y el denostar todo aquello que sea la excelencia, inspirado por el populismo de revancha. Es el concepto maniqueo de que el patrón es siempre el malvado y el empleado es el inocente explotado por la sed de lucro desmedido del empleador. Lo que hoy, y desde hace muchos años se ve es la constante sed de aumentos de sueldos de una masa de trabajadores que nunca podrán ver satisfechas sus ansias de mejoras permanentes mientras el populismo, los sindicatos y los políticos corruptos sigan manejando a una nación que, según todo el mundo merecía un mejor destino. Sólo que el populismo se le cruzó en el camino.

¿Pero, merecía la Argentina un destino mejor? ¿No es verdad que los pueblos tienen los gobiernos que se merecen? Entonces, ¿qué pecado cometieron nuestros abuelos y bisabuelos, en alguna parte del Siglo 20, para que todo se fuera al demonio? Quiénes fueron los que fueron abriendo de a poquito la puerta al populismo? ¿Quizá Alem, a fines del siglo 19? ¿Los radicales de las dos primeras décadas del sigo 20? ¿Cuál designio de los dioses del averno hizo que Irigoyen llegara al poder y desde entonces pareciera que todo comenzó a podrirse a partir de su penosa, imbécil y desastrosa ley de alquileres que tuvo el efecto de matar a la industria de la construcción durante 50 años? ¿Quién tuvo la idea de nombrar a Perón como agregado militar en Italia, para que se empapara en la nefasta ideología fascista de su amado Duce?

La historia es un río oscuro que tiene infinitos meandros y miles de afluentes, que corre por una topografía que cambia constantemente. Las sociedades de ayer nada tienen que ver con las actuales; la ciencia y la tecnología van cambiando la geografía de las sociedades de una manera que casi nadie parece percibir en su total magnitud. Pareciera que tan sólo los artistas, en especial los músicos, tienen la capacidad de percibir los cambios que las nuevas tecnologías van introduciendo. Ello explicaría, de acuerdo con Marshall McLuhan, las diferentes corrientes y estilos en la música popular. La introducción de cada nueva tecnología produce un cambio que causa una angustia en el ser humano que es afectado por ella. Según McLuhan cada tecnología es una extensión del ser humano, así la rueda es la extensión del pie, el teléfono la extensión del oído, el cine y la TV la extensión del ojo… Poca noción tiene el hombre del medio que lo rodea, porque como el pez, sólo cae en cuenta del medio en el que estaba cuando es sacados de él y transportado a uno nuevo y desconocido. Ahora lo llaman “estrés”.

Las sociedades que permanecen estáticas, inmóviles, sin desarrollos tecnológicos, son aquellas que vemos reflejadas en las páginas del Nacional Geographic Magazine, donde aún se vive en tribus, o en pequeños grupos aislados en las estepas rusas, o en las montañas de los Andes, los Cárpatos, Mongolia, o en las selvas o sabanas del África y del Amazonas, en los desiertos del medio oriente, Arabia, Irak, Jordania… Las fotos son maravillosas, pero la mayoría sentimos que no cambiaríamos nuestra manera de vivir por la de ellos.

Las sociedades arcaicas como esas son simples y se guían por leyes no escritas. Las tradiciones orales son las que rigen sus costumbres, y generalmente los castigos a los infractores a las costumbres son terribles y sin piedad alguna. Los talibanes son una pequeña muestra de hasta donde llegan leyes y costumbres en las sociedades estáticas. Tarde o temprano terminarán desapareciendo. La simplicidad de esas sociedades contrasta con la complejidad de las sociedades modernas, especialmente las occidentales.


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Cuando la revolución industrial de mediados del siglo 16 puso al alcance del hombre tecnologías que desconocía, como la caldera y el motor a vapor que proveía de fuerza motriz para fábricas y talleres metalúrgicos, que hizo posible los telares y fábricas de tapices que crearon enormes fuentes de trabajo; los avances en la metalurgia y en las técnicas del agro que produjeron mayor cantidad de alimentos; el petróleo y el motor de combustión interna hacia mediados del siglo 19, la electricidad, el cemento Pórtland, los avances en la medicina, Louis Pasteur, el descubrimiento de las vacunas, en fin, miles de pequeños adelantos que fueron sumándose para transformar a una sociedad de labriegos y vasallos que provenían de una época feudal, en ciudadanos que descubrían que el destino de la gente no era sólo sobrevivir mala y penosamente sino que hasta podrían tener tiempo para el esparcimiento y soñar con la felicidad. Todo ello transformó el medio en el que vivían y, como los peces, no comprendían el cambio producido. Extrañaban el medio que habían perdido, y les producía incertidumbre e inquietud el futuro que no alcanzaban a comprender. La angustia fue el resultado. Y los músicos la fueron reflejando cada vez que el medio cambiaba a causa de una nueva tecnología.

Los grandes músicos dejaron las gavotas y los minués y muchos cortesanos se escandalizaron con los valses vieneses. Eran pecaminosos. La música para bailar en las fiestas del emperador se convirtió en sinfonías y conciertos para “escuchar”. La música popular también sufrió una transformación y los trovadores y músicos ambulantes dejaron de tocar en ferias y caminos para comenzar a hacerlo en teatros. Nació el Jazz, y cada nuevo cambio en el medio provocado por otra tecnología creaba una nueva angustia en esa generación de músicos que la reflejaban en sus nuevos ritmos y sus nuevos estilos. Las guerras mundiales contribuyeron a acelerar el proceso porque aceleró dramáticamente a los avances tecnológicos destinados al esfuerzo de guerra, pero que después se aplicaron a la vida civil durante los períodos de paz.

Así se fueron sucediendo los blues, el dixieland y su variedad de ritmos como los rags, los stomps, y bailes de las elites urbanas como el Lambeth Walk, el Swing, el Fox-Trot, y los populares boggie-boogie, el feroz rock and roll, Bill Halley, Little Richard, los Beatles y su estilo único, el Bebop, el cool jazz, y finalmente el Heavy Metal, la droga, y la locura total. Los músicos populares dejaron de angustiarse, y la música popular se estancó en una música anodina, donde lo importante no es el sonido, la armonía, la melodía, sino la locura, el uso de drogas, y la extravagancia del conjunto lo que atraía a los clientes, jóvenes de la generación de la abundancia y el tiempo libre de sobra. El show business, reemplazó la angustia, aunque las tecnologías siguen cambiando y avanzando tan velozmente que ni siquiera los músicos y otros artistas alcanzan a comprender.

Pero esto nada tiene que ver con el populismo ni con la demagogia. Pero es divertido saberlo.

5 comentarios:

Mamanga dijo...

bueno...es muy bueno en temas ecologicos al punto de la admiracion...pero en temas politicos esta muy lejos de la verdad.

Independientemente que la realidad coyuntural que le de la razon, no se puede quedar en sus manifestaciones exeriores, sr, kirchner delia, moyano el mismo duhalde no representan al autentico peronismo, nacionalista.

Obviamente, hay que refundar el peronismo, pero de ud compra la propaganda progre de segunda guerra vinculada al sionismo y su vision de los derrotados y sus admiradoras como fue el gral peron, y es muy contradictorio a sus analisis referente al nuevo orden mundial, no esta probado por la verdad historica que el fascismo y otras manifestaciones nacionales contra el universalismo sionistas sean los malos de la pelicula, y ud compra ese boleto.

saludos

Eduardo Ferreyra dijo...

Estimado mamanga, lo que expresamos quienes lo hacemos en blogs son opiniones basadas en nuestra experiencia y, por lo menos yo, del estudio de muchas y diversas fuentes de todos los colores políticos. Pero siguen siendo opiniones personales y no leyes inmutables de la naturaleza.

Por mi parte, no he comprado boletos en ningún trencito sobre el fascismo y el sionismo. No soy fascista ni soy sionista, y ambas filosofías, y las actividades que surgen de ellas, me repugnan profundamente. No me quedan dudas de que el peronismo, cualquiera que éste sea, tiene una profunda raíz fascista, dado que su creador era un ferviente admirador de Mussolini y aplicó en Argentina la misma filosofía basada en creerse el dueño de la verdad, el salvador de las clases más pobres, y sobre todo una intolerancia con quienes no pensaban como él. Es el prototipo del demagogo, estilo que han copiado Hugo Chávez y Evo Morales.

Considero que Perón fue quien abrió la Caja de Pandora en Argentina, y los demonios liberados de la caja no han podido ser neutralizados. El peronismo es la quintaescencia de la corrupción y ha pervertido a todas las instituciones de la democracia, burlándose de la Constitución Nacional y transformando a la Argentina en una caricatura de nación.

En mis comentarios fundamento mis argumentos con bastante extensión, hago un análisis que la historia y los hechos demuestran como nada alejado de la realidad, mientras que usted emite conclusiones sin mostrar las evidencias. Claro que una respuesta en un blog no es espacio suficiente para extenderse, pero si quiere enviarme sus razones por las que el peronismo ha sido algo valioso y es digno de ser conservado, se lo publicaré en la página principal y yo le responderé si veo que hay algo para responder.

Usted tiene mi email de modo que podemos iniciar un buen debate y quizás podamos ir despejando el camino de malos entendidos sobre la historia.

Le envío un saludo cordial,

Eduardo Ferreyra

Mamanga dijo...

Justamente chavez y evo morales son agentes del mismo imperio que combatieran hitler y mussolini, enemigos historicos nuestros, inglaterra.

No veo un solo vestigio de demagogia en las politicas nacionalistas impulsadas por mussolini y hitler.

Todo lo contrario, ellos fueron los saddan husein y murieron por lo mismo que mueren tantos otros que se atreven a desafiar al sionismo.

Criticarlos a la distancia con las armas melladas de la propaganda progre-sionista no hace mas que contradecir sus brillantes conclusiones en el analisis del ecoterrorismo sionista asi comotambien sus articulos vinculados al pensamiento del Dr. John Coleman que ud hiciera famoso.

saludos

pd:que le parece el brote de dengue en el norte? y todo por no usar ddt...

Eduardo Ferreyra dijo...

Mamanga, se me quemaron los libros :-)

La idea de que Chávez y Evo son agentes del Imperio Británico y del sionismo me ha tirado la estantería al suelo.

Todo es posible en la Dimensión Desconocida, pero me gustaría conocer las razones, las evidencias o los argumentos para lo que considero un disparate brillante.

El avance del dengue, o de la malaria, la fiebre amarilla, etc, tiene sus raíces en la desidia y la inoperancia, la ignorancia de los funcionarios de gobierno en Bolivia, Paraguay, Brasil y en general en Latinoamérica. En la infiltración de las ONGs verdes en los gobiernos y la influencia que tienen aprovechando la ignorancia y el temor de los funcionarios pasar por ignorantes -que lo son.

O el terror de no parecer lo bastante "verdes" como indica la corrección política imperante. Una verdadera lástima. La población paga a factura con enfermedades, sufrimientos y hasta con la vida. Y, aunque no lo creas así, el populismo y la demagogia son la base de todo lo que sucede. Políticos y gobernantes más preocupados en afianzar su base de poder (para robar más y mejor) y seguir perpetuándose en el poder, que en trabajar para dar mejores posibilidades y oportunidades a la gente que produce, y mejorar el nivel de vida de la población entera.

Las inmensas mangas de langosta que asolaron al país hasta 1947 las combatieron (y las vencieron) con rociados aéreos de DDT desde los aviones Junker-52 piloteados por los pilotos alemanes de la Segunda Guerra que se habían afincado en el país. Nadie fue perjudicado por esos rociados sobre poblaciones enteras, nadie sufrió daños a la salud. Ahora se podría hacer lo mismo con helicópteros usando las 12 toneladas de DDT que están almacenadas en Córdoba esperando que el gobierno gaste millones de dólares para enviarlas a Francia para su destrucción.

¿Estamos todos locos, o no es locura sino imbecilidad?

Mamanga dijo...

ud no sabia de los vinculos de soros con la "ola progresista" en el conosur?.

Las evidencias de la colaboracion de la sinarquia internacional con fidel castro para subvertir los estados nacionales latinoamericanos y meter una cuña historica entre los intereses estadounidenses y latinos...recuerda de aquello de no al alca? bueno...es no a la unidad continental.(y por izquierda y de los pelos metieron a israel, de la mano de rafi eitan socio economico de fidel castro)

todo esto se evidencia ahora cuando la informacion esta al alcance de todos con internet.

en mi blog hago referencias al respecto...

http://mamanga.blogspot.com/search/label/Enemigos%20de%20Paja

http://mamanga.blogspot.com/search/label/Andinia

http://mamanga.blogspot.com/search/label/Argentina

pd:sobre el dengue..podria ud hacer un articulo que resuma los trabajos de su sito al respecto y que pueda orientar a los gobiernos del norte argentino que no usan ddt.

Me voy a encargar de hacerles llegar dicho articulo.

saludos